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Vetusta Morla ha decidido tomarse un descanso por unos años y se ha despedido de manera espectacular hasta 2026 en La Riviera, la icónica sala madrileña que vio crecer a la banda. El concierto estuvo lleno de emociones, con temas de toda su discografía coreados a todo pulmón por sus seguidores.
Hace diez años, Vetusta Morla dejó atrás la sala La Riviera de Madrid para llevar su música a escenarios más grandes de la capital, como La Caja Mágica y el Estadio Metropolitano. Sin embargo, la banda no quiso despedirse en ningún otro lugar que no fuera el espacio que los vio crecer.
El grupo de indie-rock ha anunciado un descanso de al menos dos años, prometiendo regresar en 2026 tras una merecida pausa de la música y los escenarios. Con muy poca anticipación, Vetusta Morla sorprendió a sus seguidores con el anuncio de cuatro conciertos de despedida: los días 4 y 5 de septiembre en Razzmatazz, Barcelona, y el 8 y 9 de septiembre en La Riviera, Madrid.
A pesar de la escasa antelación del anuncio, la banda formada por Pucho, David “El Indio”, Jorge González, Guille Galván, Juanma Latorre y Álvaro B. Baglietto logró colgar el cartel de “sold out” para todos los shows, desafiando la tendencia actual de programar conciertos con hasta un año de antelación. El lunes 9 de septiembre, los veteranos músicos emocionaron más que nunca a sus seguidores más leales.
Como es costumbre, este último concierto de la banda de Tres Cantos conectó desde el primer acorde con los 2.500 fans presentes. Abrieron con “Puentes”, de su álbum Figurantes, y a partir de ahí recorrieron temas de toda su discografía, llenando de nostalgia y emoción la noche.
En una setlist cuidadosamente diseñada para un momento tan significativo, Vetusta Morla llevó a los espectadores a un viaje emocional con canciones como “Fiesta Mayor”, “Un día en el mundo”, “La Virgen de La Humanidad” y “Maldita dulzura”. El clímax llegó con “¡Ay, Madrid!”, tema en el que la banda se rindió ante su ciudad natal, mostrando una mezcla de emoción y crítica social. Durante esta última pincelada, Pucho aprovechó para alzar la voz en favor de la regulación de los alquileres, detener la gentrificación y frenar lo que él llamó “riquización”, un término acuñado por el propio vocalista.
El concierto incluyó un total de 25 canciones, con la sorpresa de “Los buenos” añadida a última hora. A lo largo de la noche, sonaron clásicos como “Mapas”, “Copenhague” y “Un día en el mundo”, junto con temas más recientes como “Cosas que hacer un domingo por la tarde”, logrando una mezcla perfecta entre nostalgia y novedad.
Pucho sudó tanto durante el concierto que su *in-ear* se estropeó por completo. Sin más remedio, tuvo que lidiar con algunos fallos técnicos, aunque eso no le impidió seguir cantando. Cuando se perdía en alguna parte, un público fiel, que ha acompañado a la banda durante años, continuaba sin titubear las letras de sus canciones.
Aunque se echó de menos la espectacularidad de las pantallas y el despliegue de un show en una sala más grande, acorde a la magnitud actual de Vetusta Morla, la banda rindió un bonito homenaje a sus raíces con un concurso de fin de gira de decibelios, en el que, por casualidad o destino, esta última fecha se llevó la victoria. El rugido del público alcanzó los 116 decibelios, coronando la noche como “un grandísimo fin de fiesta”.
Los temas más conocidos del grupo fueron coreados a pleno pulmón, y los aplausos se entrelazaron con la magistral instrumentación y las palabras de Pucho. Además, el vocalista se permitió dar un emotivo discurso de 15 minutos y brindar con cerveza por el merecido descanso que la banda está a punto de tomarse.
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El concierto también fue un emotivo homenaje a todo el equipo que ha acompañado a Vetusta Morla durante su trayectoria, desde el asistente personal hasta el *backliner* y el equipo de iluminación. Cada miembro del equipo recibió su merecido reconocimiento, destacando la importancia del trabajo colectivo detrás del éxito de la banda.
Pasen los años que pasen y los discos que se publiquen, Vetusta Morla no podía cerrar su último concierto de otra manera: con “Los días raros”, inundando la sala de emociones y poniendo la piel de gallina a todos los presentes, conscientes de que estaban ante una despedida. Un día verdaderamente especial para el grupo, que, tras 25 años recorriendo ininterrumpidamente salas, estadios y festivales, se prepara para tomarse unos meses de descanso y recargar energías.
Así, Vetusta Morla regresó a La Riviera para demostrar cuánto ha crecido desde su última visita, y que ahora necesita un merecido descanso para seguir evolucionando.
No es un adiós, es un hasta luego.
Escrito por Veronica Gómez
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