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Rauw Alejandro ha suspendido su gira por Latinoamérica debido a “dificultades en la organización de los espectáculos”. Veronica Gómez
La segunda jornada del Sonorama Ribera en Aranda del Duero estuvo marcada por las actuaciones de artistas como Niños Mutantes, El Kanka, Valeria Castro y Rayden. Sin embargo, Luz Casal y Burning fueron quienes lograron reunir a la mayor cantidad de público, destacándose como los artistas con mayor poder de convocatoria del día.
Javier Ajenjo, coordinador del Sonorama, mencionaba unas horas antes del evento que contar con Luz Casal en el cartel de la edición 2024 era un sueño hecho realidad, cumpliendo con una deuda pendiente hacia una de las grandes figuras de la música en español.
Sin embargo, sus palabras no llegaron a capturar por completo la magnitud del momento. La actuación de Luz Casal, al filo de la medianoche en el escenario principal de la cita arandina, se convirtió en uno de esos momentos mágicos que cada año se repiten en el festival de la capital ribereña. Un concierto que transformó la sofocante oscuridad en una noche de amigos y rock&roll, como bien describe uno de los versos legendarios de Burning, quienes la precedieron sobre el escenario.
De forma quizás no intencionada, la segunda jornada del Sonorama Ribera se convirtió en un homenaje silencioso a las leyendas del panorama musical español. El festival de Aranda de Duero siempre ha defendido su apuesta por la música nacional, reivindicando a aquellos que han pavimentado el camino hacia el presente. Esta noche, esa defensa se hizo más palpable que nunca.
Con el sol apenas comenzando a descender, Burning tomó el escenario como parte de su gira de 50 aniversario, celebrando su medio siglo de rock urbano y de barrio. En el público, una mezcla de jóvenes asistentes, algunos de ellos nuevos en el festival y otros que no habían nacido cuando Burning comenzó su trayectoria, se unieron a veteranos seguidores que revivieron los himnos de su juventud, coreando y bailando al ritmo de las icónicas “Mujer fatal”, “Es especial”, y “Mueve tus caderas”.
Durante una hora, Burning logró convencer y conquistar a los asistentes que comenzaban a llenar la explanada frente a los dos escenarios principales, preparando el ambiente para lo que sería una noche inolvidable en el Sonorama Ribera.
Aún faltaba para el plato fuerte de la noche, Luz Casal, pero la espera se hizo amena gracias a Niños Mutantes. La banda granadina, inmersa en su gira de despedida, sorprendió desde la mañana en la plaza del Trigo. En su octava participación en Sonorama, como recordó su cantante Juan Alberto Martínez, dejaron de lado las versiones que protagonizaron la cita matutina para centrarse en los temas que han marcado sus tres décadas de carrera.
Canciones como “Hermana mía”, “Una noche”, “Sin pensar” y “Buena suerte” se sucedieron mientras recordaban su primera aparición en Sonorama, que se remonta a 1998, en la primera edición del festival. Además, invitaron al público a consumir música, culminando su actuación con “Errante”.
El Kanka, con sus ritmos cálidos, fue el prólogo perfecto al gran momento de la noche. Vestida de negro y adornada con lentejuelas, Luz Casal apenas pisó el escenario y ya se había ganado a un público que se mostraba incondicional, portando las omnipresentes pistolas de agua que ayudaban a mitigar el calor y disparando al público tras finalizar su primer tema.
Ya lo había anunciado por la mañana: su actuación sería extensa, y lo cumplió. Con un arranque más rockero, incluyendo temas como “Detrás de tu mirada” y “Que corra el aire”, fue desgranando uno a uno sus grandes éxitos, desde baladas que forman parte del bagaje sonoro del país hasta canciones con ritmos más marcados que invitaron a bailar aún más.
La interpretación de “No me importa nada”, dedicada a todas las mujeres, y la invitación a cantar a viva voz el estribillo de “Entre mis recuerdos”, tras la cual hizo suya la reivindicación de un ferrocarril para Aranda de Duero, marcaron los momentos más emocionantes de un concierto que, en realidad, no tuvo ningún bajón.
“Rufino”, “Besaré el suelo”, “Loca” y “Un pedazo de cielo” encontraron su espacio ante un auditorio entregado que coreó hasta el último verso de cada canción. Y para cerrar, “Piensa en mí”. Fue una actuación que seguramente será recordada en el futuro. “Larga vida a Sonorama”, deseó la gallega.
Si hay que ponerle algún pero, sería que no terminó con “Te dejé marchar”, como indicaba discretamente la setlist que el tecladista tenía junto a él y que una de las cámaras enfocó durante la retransmisión del concierto. Sin duda, todos los asistentes se quedaron con ganas de más.
Escrito por Veronica Gómez
Burning Luz Casal Sonorama transformaron
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