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Rauw Alejandro ha suspendido su gira por Latinoamérica debido a “dificultades en la organización de los espectáculos”. Veronica Gómez
Miles de personas se han desplazado en autobús, bicicleta e incluso caminando para “brindar apoyo a otros” en las áreas más golpeadas por la DANA.
La solidaridad de los vecinos compensa en parte la limitada presencia de las fuerzas públicas, ya que hasta este sábado solo se habían desplegado 3.000 efectivos en la región, a pesar de la magnitud de la tragedia, que ha arrasado localidades como Utiel, Catarroja, Massanassa, Benetússer, Alfafar, Picanya y Paiporta. “Aquí no ha venido nadie. Todo el esfuerzo lo hemos realizado nosotros, los vecinos, y los voluntarios que han llegado desde otros lugares”, coinciden en afirmar los afectados entrevistados por Infobae España en la zona.
A muchos todavía les cuesta asimilar que han vivido en carne propia “esa película apocalíptica” que tantas veces han visto en televisión, siempre ambientada lejos de España, y por eso resulta aún más incomprensible que la ayuda de las instituciones haya tardado tanto en llegar. “El Ejército ya debería haber venido para retirar los coches [destrozados] de las calles y permitir que la vida comience a retomar la normalidad lo antes posible. No tiene sentido que las patrullas de Protección Civil pidan que no dejemos escombros en la vía para que puedan pasar los servicios de emergencia, cuando todo está lleno de restos. La población no está preparada para estas tareas”, relata Alana, una joven de Benetússer que perdió su coche en la riada, aunque “afortunadamente, no ha habido que lamentar víctimas mortales” en su entorno.
Alana es una de las muchas personas que, durante este puente, se han movilizado para ayudar a quienes más lo necesitaban, llevando agua, alimentos y todo tipo de herramientas para limpiar el barro que lo cubre todo. Su pareja, Alejandro, quien admite que aún no ha tenido el valor de tomar fotos, describe la escena como “algo dantesco”. “Parece una situación apocalíptica”, añade, todavía sin poder creerlo.
Ante la falta de efectivos, la mañana de este sábado, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado el envío de 5.000 militares adicionales que se sumarán a los 3.000 ya desplegados para colaborar en las labores de rescate y emergencia en las áreas afectadas, en respuesta a la solicitud del presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón. “Con casi total certeza, estamos hablando de la inundación más grave que ha enfrentado nuestro continente en lo que va de siglo. Soy consciente de las serias carencias y de los municipios sepultados por el lodo y el barro. Sé que hay mucho por mejorar, pero también que debemos hacerlo unidos. Ahora es el momento de apoyar a la administración autonómica con recursos y asistencia técnica”, declaró Sánchez en su intervención. “Las autoridades valencianas conocen el terreno mejor que nadie. Saben qué hay que hacer, y si no tienen los recursos suficientes para lograrlo, que los pidan”, añadió.
Sin embargo, para los vecinos que continúan limpiando barro y retirando escombros en su esfuerzo por recuperar la normalidad, esta ayuda llega tarde. Por ello, muchos se han organizado y han llenado la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia en la mañana del sábado, esperando los autobuses que los llevarían a las zonas más perjudicadas: cerca de 5.000 personas partieron desde ese punto hacia los municipios cercanos.
Esta oleada de solidaridad estaba compuesta por personas dispuestas a remover el denso barro incrustado en cada rincón y a retirar los escombros de lo que alguna vez fueron hogares o negocios. Una de estas personas es María, una joven de Valencia que caminó alrededor de 10 kilómetros hasta llegar a Catarroja, cargando un camping gas. Ella opina que antes de acudir a cualquier pueblo afectado, “es mejor preguntar a los vecinos qué necesitan específicamente”. “Sientes una gran impotencia al ver tanta devastación, pero siempre puedes ayudar a alguien”, comenta, cubierta de barro, mientras sigue recorriendo el municipio para brindar apoyo a quienes lo necesiten.
Aunque la capital se ha librado de la furia de la DANA, en gran parte gracias al desvío del cauce del río Turia al sur tras la histórica riada de 1957, lo que ha evitado daños materiales, algunas cadenas de supermercados y tiendas pequeñas se han visto afectadas. Este sábado se puede observar cómo muchos estantes están vacíos, aunque la situación ha mejorado en comparación con días anteriores y el suministro está garantizado. Otros comercios, como las farmacias, no han podido abrir debido a los problemas de tráfico en las carreteras.
A pesar de la aparente normalidad, en Valencia, la conversación en cualquier cafetería o terraza inevitablemente gira en torno al desastre causado por la DANA y la reflexión de por qué “no se ha aprendido de anteriores desastres para haberlo previsto mejor” y evitar la pérdida de tantas vidas. “Las autoridades deberían implementar más medidas preventivas, es increíble que hayamos tenido más información sobre el huracán Milton que sobre esta tormenta”, comenta un joven en una cafetería del barrio El Pla del Real. La reconstrucción —en lo material, lo físico y lo emocional— será un proceso prolongado.
Escrito por Veronica Gómez
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