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Rauw Alejandro ha suspendido su gira por Latinoamérica debido a “dificultades en la organización de los espectáculos”. Veronica Gómez
El 92% de las mujeres no formalizó una denuncia, aunque el 94% decidió compartirlo con alguien de confianza.
El 26 de enero de 2024, el diario El País abría su portada con un titular que sacudió al mundo cultural español: “Tres mujeres acusan al director de cine Carlos Vermut de violencia sexual”.
Este hecho marcó un antes y un después para la industria audiovisual del país, convirtiéndose en una especie de punto de inflexión comparable al movimiento Me Too internacional.
Las primeras denunciantes fueron una estudiante de cine, una trabajadora en una de las producciones del director y una profesional del ámbito cultural. Apenas un mes más tarde, otras tres mujeres decidieron romper el silencio y relatar experiencias similares, sumándose a las acusaciones contra el cineasta de Magical Girl. En este segundo grupo se encontraban una artista, una gestora cultural y una actriz.
El nexo común entre las seis mujeres: todas formaban parte del ecosistema laboral del sector cultural y audiovisual.
Lejos de tratarse de un hecho aislado, los patrones de abuso se han repetido de forma sistemática a lo largo del tiempo.
Ahora, la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) ha puesto cifras a esta realidad al publicar el primer informe estatal centrado en la violencia sexual dentro del sector cinematográfico y audiovisual. El estudio, titulado Después del silencio. Impacto de los abusos y violencias sexuales contra las mujeres en la industria del cine y el audiovisual, se presentó este jueves y arroja datos alarmantes.
Más del 60% de las mujeres que trabajan en el sector han sido víctimas de algún tipo de violencia sexual.
En concreto, un 60,3% ha sufrido agresiones de este tipo en entornos profesionales. Dentro de ese grupo, el 81,4% afirma haber vivido situaciones de acoso verbal, mientras que el 49,5% ha experimentado acoso físico.
La investigación deja claro que estos comportamientos no se limitan a un único espacio o fase laboral, sino que ocurren en todos los niveles del proceso creativo y profesional: desde escuelas de cine y fases de preproducción, hasta castings, ensayos, rodajes, promoción, festivales o estancias en hoteles.
El informe destaca que la violencia sexual está “normalizada e integrada estructuralmente” en las dinámicas del sector, y subraya que no se trata de incidentes aislados ni de algo del pasado, sino de un problema arraigado que sigue vigente.
La investigación se basó en 312 encuestas, relatos de vida, entrevistas a profesionales del ámbito y grupos de discusión, consolidando así una visión completa de un entorno laboral percibido como inseguro para las mujeres.
Una de las principales trabas que encuentran las víctimas de violencia sexual en la industria audiovisual es la impunidad generalizada. A pesar de avances legislativos como la conocida ley del “solo sí es sí”, las denuncias continúan siendo casos aislados y excepcionales.
El informe de CIMA revela que, aunque más de la mitad de las mujeres en el sector han sufrido acoso, apenas una de cada diez ha llegado a presentar una denuncia formal. De hecho, el 92% de las afectadas no ha acudido a las autoridades, y solo un escaso 6,9% ha formalizado una denuncia.
Lo más preocupante, según el estudio, es que esta violencia se ha naturalizado hasta formar parte del día a día laboral. “Trabajar en el sector implica asumir estas situaciones como algo inevitable”, señala el informe.
El mutismo en torno a estos abusos adopta múltiples formas: desde la minimización del hecho (“no es para tanto”), hasta la culpabilización de la víctima (“seguro que tú lo provocaste”), pasando por la presión colectiva (“la película no puede verse afectada por esto”).
Así lo explican las autoras del informe, Nerea Barjola, politóloga y doctora en Feminismos y Género, y Bárbara Tardón, especialista en violencia sexual y doctora en Estudios Interdisciplinares de Género. Ambas subrayan que este silencio actúa como un mecanismo de protección para los agresores, mientras aísla y estigmatiza a quienes se atreven a hablar.
Más allá del daño físico o psicológico, la violencia sexual tiene consecuencias directas en las carreras profesionales de las mujeres. Muchas se ven forzadas a renunciar a ciertos roles o incluso a abandonar por completo su actividad en el cine y el audiovisual.
El informe pone el foco también en la situación de las mujeres más jóvenes, quienes son especialmente vulnerables a este tipo de violencia. “Ser una mujer joven en la industria del cine se convierte en un factor de riesgo. El miedo, la manipulación, el abuso de poder, la autocensura y la renuncia a oportunidades laborales son efectos comunes”, subraya el estudio.
@infobae El testimonio de una víctima de abuso sexual: “Pensar que le podía llegar a pasar a otra chica fue lo que me impulsó a denunciarlo” #tatianaschapiro #voces #denuncia #historiasreales #infobae ♬ sonido original – infobae
A pesar de los avances legales, el informe revela que instituciones y empresas del ámbito audiovisual siguen sin garantizar entornos de trabajo seguros para las mujeres. El 64% de las profesionales desconoce si existen protocolos específicos para prevenir o actuar frente a la violencia sexual en su entorno laboral.
Cuando estos mecanismos están presentes, se perciben como procesos burocráticos, poco claros y con escasa eficacia real. Aunque muchas empresas cuentan con protocolos formales, las trabajadoras denuncian que su aplicación práctica es prácticamente inexistente.
Otro de los grandes obstáculos es la desatención por parte de las instituciones ante los casos de violencia sexual. Las mujeres que intentan acceder a los canales de denuncia suelen enfrentarse a la falta de seguimiento de sus casos, así como a situaciones de revictimización.
Este contexto alimenta un sistema de impunidad estructural, sostenido por la inacción y falta de voluntad real por parte de quienes deberían actuar.
Desde la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) son claras: el sector audiovisual español no es un entorno seguro para las mujeres.
“El sistema no solo no sanciona a los agresores, sino que refuerza su posición de poder y legitima su presencia, consolidando un ambiente laboral hostil e inseguro”, concluye el informe.
Las mujeres que sufren cualquier tipo de violencia pueden recibir apoyo las 24 horas del día a través de los siguientes canales:
En situaciones de emergencia, se puede contactar con:
Escrito por Veronica Gómez
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