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Rauw Alejandro ha suspendido su gira por Latinoamérica debido a “dificultades en la organización de los espectáculos”. Veronica Gómez
La nueva etapa de Katy Perry ha generado bastante debate. La estrella pop que dominó entre 2008 y 2013, rompiendo récords tanto en ventas como en popularidad, ahora parece estar pasando por su momento más difícil. Su música reciente ha sido criticada por sus “letras cargadas de clichés y rimas predecibles”, sumado a las controversias personales que la rodean, lo que ha enfriado la relación con algunos de sus seguidores.
A los comentarios negativos sobre su música se ha sumado una fuerte controversia en torno a la decisión de Katy Perry de volver a trabajar con Dr. Luke, el productor señalado en 2014 por la cantante Kesha, quien lo denunció por abuso sexual, emocional y físico en hechos ocurridos en 2005. Perry explicó en el podcast *Call Her Daddy* que, aunque sabía de las críticas, eligió a Dr. Luke porque él fue clave en su proceso creativo: “Escribí estas canciones basándome en mi experiencia de vida y esta metamorfosis que estoy atravesando, y él fue uno de los que ayudó a facilitar todo eso; uno de los escritores, uno de los productores”.
A pesar de las críticas, 143 logró posicionarse en el número 6 en las listas de Estados Unidos, Reino Unido e Italia, y alcanzó el número 3 en España, además de entrar al top 10 en países como Bélgica, Nueva Zelanda y Escocia.
“Desafortunadamente, continuamente salen álbumes pop carentes de innovación y frescura, y muchas estrellas pop de la misma generación que Perry han tenido que enfrentarse recientemente a una caída en ventas. Era improbable que un nuevo álbum impulsara a Perry, quien en los últimos años ha trabajado como jueza en American Idol, de regreso al centro del pop”, escribe Lindsay Zoladz, crítica musical de The New York Times, en un artículo en el que cuestiona si 143 es realmente tan malo.
Para Zoladz, el álbum “sin duda carece de la chispa, la identidad y el humor exagerado que caracterizaron a Teenage Dream, el gran éxito de Perry en 2010. Sin embargo, ninguna de las canciones de 143 resulta tan escandalosamente mala como algunos de sus tropiezos anteriores, como Bon Appétit, el momento más bajo de su disco de 2017, Witness, en colaboración con Migos, o la canción de su álbum de 2013, Prism, en la que narraba una noche de karaoke al estilo Mariah Carey”.
La decadencia de Katy Perry no comenzó recientemente. Sus dos álbumes previos, Smile (2020) y Witness (2017), ya habían recibido críticas indiferentes y una acogida modesta.
A esto probablemente contribuyeron las controversias en las que la artista californiana se vio envuelta, impactando inevitablemente su carrera musical. Una de ellas fue su enfrentamiento con Taylor Swift, que se originó cuando tres de los bailarines de Swift dejaron su equipo para unirse a Perry, lo que le valió críticas de actuar de manera poco solidaria con otras mujeres. También está su broma en la alfombra roja de los Grammy 2017, en la que aludió a Britney Spears al decir: “Estoy cuidando mi salud mental, aún no me he rapado la cabeza”, un comentario que no fue bien recibido. Además, su colaboración con el grupo de hip-hop Migos, conocido por comentarios homófobos, hizo que muchos cuestionaran su compromiso con la comunidad LGBTQ+, un colectivo con el que se había identificado en numerosas ocasiones.
Quedan atrás los años de gloria, entre 2008 y 2015, cuando sus álbumes One of the Boys, Teenage Dream y Prism la llevaron a lo más alto de la popularidad internacional, gracias a su poderosa voz, letras atrevidas y shows espectaculares.
El éxito de Perry en esa época se tradujo en varios logros récord. Con su tercer álbum, Teenage Dream, colocó cinco sencillos en el número uno del Billboard Hot 100, una hazaña que solo Michael Jackson había logrado antes con su disco Bad. Apenas hace unos meses, el videoclip de Roar superó los 4 mil millones de visualizaciones en YouTube, convirtiéndose en el más visto de una artista femenina en la plataforma, superando a Taylor Swift y Shakira. Además, hasta 2023, Perry fue la persona con más seguidores en Twitter, superando los 100 millones, hasta que Rihanna la adelantó, alcanzando más de 108 millones de seguidores.
En 2023, Rihanna también la superó en audiencia durante el espectáculo de medio tiempo de la Super Bowl, aunque ocho años después.
El show de Katy Perry en 2015, realizado en el University of Phoenix Stadium, alcanzó un nuevo nivel con sus elementos visuales impresionantes, como animales gigantes, fuegos artificiales y cuatro cambios de vestuario en solo 12 minutos. Este espectáculo fue visto por 118.5 millones de espectadores y generó más de tres millones de tuits, consolidándose como uno de los momentos más memorables de la historia del evento.
Para Spencer Kornhaber, crítico musical de The Atlantic y autor de On Divas, la “caída en picada” de Katy Perry se debe a varios factores: su espectáculo desbordante de color, la energía explosiva en el escenario, las bromas pasadas de moda y su falta de evolución tanto en su estilo musical como en su estética.
“Los millennials ya no dominan la cultura como hace una década, y Katy Perry es uno de los íconos más representativos de esa generación: se esforzaba mucho, era autoconsciente, sabía venderse, cuidaba su imagen al detalle, siempre aparecía impecable, manejaba bien su marca personal y tenía una postura vagamente progresista, aunque esencialmente institucionalista. Trabajaba dentro del sistema. Pero los jóvenes de hoy ya no creen que todo irá bien si te ajustas a las normas”, explica Kornhaber. “Entre la juventud post-Covid, lo que predomina es un nihilismo cargado de ironía, e incluso radical. Y nada es menos nihilista que Katy Perry”.
Escrito por Veronica Gómez
desapercibida éxitos Katy Perry
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