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Fallece José Mujica, el carismático exmandatario uruguayo que impactó al mundo como “el presidente más humilde”

today14 de mayo de 2025

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Fallece José Mujica, el carismático exmandatario uruguayo que impactó al mundo como “el presidente más humilde”

José mujica

No era mediodía aún cuando José Mujica nos sorprendió ofreciéndonos “un trago” al terminar de entrevistarlo en la intimidad de su casa en 2012, a la mitad de su mandato como presidente uruguayo.

Lavó unos vasos, les echó unos hielos y los regó generosamente de whisky. Después los repartió, para comenzar una charla distendida, que saltó de un tema a otro.

“De la política voy a salir con las patas para adelante”, dijo en ese encuentro con BBC Mundo el exguerrillero tupamaro, que gobernó Uruguay entre 2010 y 2015.

Con eso quería decir que pensaba practicar la actividad que abrazó desde joven hasta la hora de su muerte, que le llegó este martes a los 89 años.

Por la simpleza con que vivió como presidente, sus críticas al consumismo o las reformas sociales que impulsó —que entre otras cosas convirtieron a Uruguay en el primer país en legalizar el mercado de marihuana—, Mujica fue una figura especial para la izquierda latinoamericana.

Su figura alcanzó una notoriedad internacional poco común para un presidente uruguayo, aunque su legado sigue siendo objeto de debate dentro de su propio país, con una población de 3,4 millones de personas.

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“Una trayectoria sin fin”
Durante su mandato, Mujica rechazó mudarse a la residencia presidencial, una práctica común entre los líderes mundiales.

En lugar de ello, eligió vivir junto a su esposa, la política y exguerrillera Lucía Topolansky, en una humilde vivienda a las afueras de Montevideo, sin personal doméstico y con mínima protección. La pareja nunca tuvo hijos.

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Este estilo de vida, combinado con su vestimenta siempre casual, su frecuente conducción de su Volkswagen “escarabajo” celeste de 1987 y su generosidad al donar gran parte de su salario, llevó a algunos medios a apodarlo “el presidente más humilde del mundo”.

Sin embargo, Mujica, conocido por el apodo de “Pepe”, siempre rechazó esa etiqueta.

“Dicen que soy el presidente pobre. No, yo no soy presidente pobre,” afirmó en aquella entrevista en su hogar.

“Pobres son aquellos que siempre quieren más, los que nunca tienen suficiente,” añadió. “Esos son los verdaderos pobres, porque se sumergen en una carrera interminable. Y al final, ni el tiempo ni nada les va a ser suficiente.”

“Años de soledad”

Aunque muchos lo veían como un personaje ajeno a la política tradicional, Mujica nunca fue un outsider en ese ámbito.

Aseguraba que su amor por la política, los libros y la tierra se lo había transmitido su madre, quien lo crió en un hogar de clase media junto a su hermana menor. El padre de ambos falleció cuando Mujica tenía apenas 8 años.

En su juventud, fue militante del Partido Nacional, una de las principales fuerzas políticas tradicionales de Uruguay, que posteriormente se convertiría en la oposición de centroderecha a su gobierno.

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En la década de 1960, participó en la fundación del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), un grupo guerrillero urbano de ideología de izquierda, que llevó a cabo asaltos, secuestros y ejecuciones, inspirado por la revolución cubana y el socialismo.

Él mismo decía que “por pura casualidad” nunca fue responsable de un asesinato.

Fue detenido en cuatro ocasiones.

En 1970, recibió seis disparos y estuvo al borde de la muerte. Poco después logró escapar de la cárcel, pero fue recapturado en 1972. Conseguiría fugarse una vez más, y cuando fue detenido nuevamente ese mismo año, pasó más de una década tras las rejas, hasta 1985.

Una de sus fugas, en septiembre de 1971, fue a través de un túnel junto a otros 105 prisioneros tupamaros, y se registró como una de las más numerosas en la historia del sistema penitenciario de Uruguay.

Durante los más de 14 años que estuvo encarcelado, fue víctima de torturas y soportó condiciones de vida inhumanas, siendo sometido a largos períodos de aislamiento en aljibes o cajas de concreto.

Cuando los militares uruguayos dieron el golpe de Estado en 1973, lo incluyeron en un grupo de “nueve rehenes” tupamaros, cuya vida estaba en riesgo si la guerrilla regresaba a la acción.

Mujica solía contar que durante ese tiempo conoció de cerca la locura, experimentando delirios y llegando a hablar con hormigas, aunque también comentó que esos años de sufrimiento le permitieron conocerse mejor a sí mismo.

“Esos años de soledad”, relató Mujica a BBC Mundo bajo los árboles de su finca, “fueron probablemente los que más me enseñaron”.

“La realidad es obstinada”

Mujica fue liberado en 1985, gracias a una amnistía otorgada al finalizar el régimen militar en Uruguay. Ese día, según él, fue el de su mayor felicidad.

“Lo de la presidencia es una tontería. No se compara,” solía afirmar.

Antes de llegar a la presidencia, fue diputado y senador, y en 2005, se desempeñó como ministro de Ganadería y Agricultura en el primer gobierno del Frente Amplio, la coalición de izquierda uruguaya.

 

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Durante esos años, la popularidad de Mujica creció rápidamente, y recorrió el país sin descanso hasta convertirse en candidato presidencial del Frente Amplio.

A pesar de no renegar de su pasado guerrillero, cuidó más que nunca su imagen y sus declaraciones para ganarse la confianza de los uruguayos situados en el centro del espectro político. En la segunda vuelta de las elecciones de 2009, obtuvo casi el 53% de los votos, logrando la presidencia.

A los 74 años, seguía siendo, para muchos en el mundo, un desconocido.

Era una época de victorias para la izquierda latinoamericana, que tenía entre sus principales figuras al entonces presidente brasileño Luiz Inácio “Lula” da Silva y al venezolano Hugo Chávez.

Aunque mantenía una relación cercana con ambos, Mujica se distanció del socialismo chavista y gobernó a su propio estilo, demostrando pragmatismo y valentía en diversas ocasiones.

Durante su mandato, en un contexto internacional favorable, la economía de Uruguay creció a un ritmo anual promedio del 5,4%, se redujo la pobreza y el desempleo se mantuvo en niveles bajos.

A pesar de sus discursos sobre austeridad, su gobierno también incrementó de manera significativa el gasto público, lo que amplió el déficit fiscal y llevó a la oposición a acusarlo de despilfarrador.

Adicionalmente, fue criticado por no haber logrado solucionar los problemas crecientes del sistema educativo uruguayo, a pesar de haber prometido que la educación sería una de las principales prioridades de su gestión.

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Sin embargo, días después de dejar la presidencia, Mujica expresó que su mayor deuda pendiente era que la pobreza aún persistiera en Uruguay.

“¿Por qué no lo cambié? Porque la realidad es obstinada,” afirmó en una conversación con la audiencia global de la BBC, donde recibió preguntas de países cercanos y lejanos, como Irán, Indonesia y Azerbaiyán.

Al finalizar su mandato, Mujica gozaba de una alta popularidad interna (cercana al 70%) y fue elegido senador. También aprovechó para dedicar parte de su tiempo a recorrer el mundo.

“Este mundo está desquiciado”

En el auge de su fama internacional, hubo un momento clave: su intervención en la cumbre Río+20 de la ONU sobre desarrollo sostenible, celebrada en junio de 2012 en Río de Janeiro.

Ante decenas de presidentes y primeros ministros, criticó duramente la sociedad de consumo, que, según él, llevaba a las personas a trabajar más para poder saldar sus deudas.

“Estas son ideas muy simples: el desarrollo no puede ir en contra de la felicidad. Debe estar orientado a favor de la felicidad humana, del amor por la Tierra, de las relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener amigos,” sostuvo.

Aunque él mismo calificó sus palabras de “elementales”, su discurso causó una gran repercusión en internet y fue visto millones de veces en YouTube, convirtiéndose en un éxito para un presidente que no usaba redes sociales.

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Tras su entrevista con BBC Mundo en su hogar, llegaron muchas otras de medios de comunicación de distintos rincones del mundo, interesados en conocer de cerca su estilo de vida como presidente, su pasión por el cultivo de flores y la compañía de Manuela, su perra de tres patas.

Durante su gestión, Uruguay captó la atención internacional por una serie de reformas sociales aprobadas por el Parlamento, entre ellas la despenalización del aborto, el reconocimiento legal del matrimonio igualitario y la regulación estatal del mercado de marihuana.

Mujica afirmaba que jamás había consumido cannabis y que su legalización no formaba parte de su agenda inicial. Sin embargo, en pleno mandato decidió impulsar la medida, argumentando que la estrategia prohibicionista había fracasado y que era necesario arrebatarle parte del negocio al narcotráfico.

Por estas y otras decisiones, recibió el reconocimiento de diversas figuras públicas, como el Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa, fue incluido en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo en 2013 según la revista Time, y The Economist eligió a Uruguay como “país del año”.

Incluso un jeque árabe llegó a ofrecerle un millón de dólares por su Volkswagen Escarabajo, que se mantuvo como símbolo de su sencillez. En algunos países que visitó después de dejar el cargo —como Guatemala o Turquía— lo recibieron en los aeropuertos con modelos similares del icónico vehículo.

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José Mujica siempre se mostró sorprendido por la notoriedad que alcanzó a nivel internacional.

“¿Qué es lo que tanto llama la atención al mundo? ¿Que vivo con lo justo, en una vivienda sencilla, que conduzco un coche viejo? ¿Eso es lo sorprendente? Entonces este mundo está trastornado porque le asombra lo que debería ser normal”, reflexionó antes de finalizar su mandato presidencial.

El propio Mujica sostenía que su estilo de gobierno era coherente con las raíces republicanas y liberales que Uruguay ha promovido desde principios del siglo XX.

El crecimiento de su popularidad internacional coincidió con un contexto de desconfianza hacia los políticos tradicionales en distintas partes del mundo. Su figura vino a llenar un vacío en la izquierda latinoamericana, especialmente tras la muerte de Hugo Chávez y los escándalos de corrupción que afectaron a Lula da Silva en Brasil.

Un líder con frases memorables… y polémicas

Mujica también será recordado por declaraciones controversiales realizadas durante su presidencia.

En 2013, sin saber que había un micrófono encendido, comentó: “Esa vieja es peor que el tuerto”, en referencia a la entonces presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner y su esposo fallecido, el expresidente Néstor Kirchner.

Durante el Mundial de Fútbol de Brasil 2014, criticó duramente a la FIFA tras la sanción a Luis Suárez por morder a un adversario: “Son una manga de viejos hijos de puta”, dijo, generando titulares en todo el mundo.

No obstante, sus discursos también incluían reflexiones sobre el amor, la vida y la felicidad, a menudo con un enfoque que rozaba la autoayuda.

“Cada mañana al despertarte, reflexiona. Dedica diez minutos a evaluar si lo que hiciste ayer estuvo bien o mal”, aconsejó Mujica ante miles de jóvenes que lo ovacionaron en una universidad de Río de Janeiro, poco tiempo después de dejar el poder.

 

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José Mujica y su despedida: el expresidente uruguayo habló sin miedo sobre su muerte

Durante sus últimos años, José “Pepe” Mujica no evitó referirse a la vejez y la cercanía inevitable de la muerte. Esa que —como él anticipaba— debía asumirse sin dramatismo, con naturalidad y humildad.

En abril de 2024, cuando anunció públicamente que le habían detectado un tumor en el esófago y que recibiría tratamiento con radioterapia, confesó que a lo largo de su vida “la parca había rondado más de una vez”, pero esta vez sentía que venía “con la guadaña en ristre”.

“Al fin y al cabo, que me quiten lo bailado”, expresó con su característico tono filosófico y desenfadado.

La última batalla de Mujica

En enero de 2025, reveló al semanario uruguayo Búsqueda que el cáncer se había extendido al hígado, y que, debido a su edad y condiciones crónicas de salud —como su inmunodeficiencia—, no se sometería a más tratamientos agresivos.

Poco antes de esa confesión, Mujica había celebrado uno de sus logros políticos más recientes: la elección de su aliado y exintendente Yamandú Orsi como presidente de Uruguay en noviembre, y la consolidación del Movimiento de Participación Popular (MPP) —su sector dentro del Frente Amplio— como la mayor fuerza parlamentaria desde el retorno de la democracia.

Lo logró sin siquiera figurar en las listas electorales.

“Es un premio, si se quiere un premio consuelo, porque está llegando al final del partido”, reflexionó en una entrevista con BBC Mundo. “Siempre pensé que el mejor dirigente no es el que hace más; es el que deja una barra que lo supera con ventaja”.

Mujica ante la muerte: filosofía, naturaleza y legado

En el libro Una oveja negra al poder, escrito por Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, Mujica expresó su visión sobre la muerte con palabras tan crudas como profundas:

“A nadie le gusta la muerte, pero a determinada altura sabés que un poco antes o un poco después va a llegar. Y, ¡por favor!, no vivas temblando frente a la muerte. Acéptala como los bichos del monte. El mundo va a seguir dando vueltas y no va a pasar nada, no va a quedar nada de todo ese temor al pedo. Hay que ser más primitivo”.

Con esas frases, el expresidente más austero del mundo, como fue apodado, dejó un testamento ético que trasciende fronteras ideológicas y generaciones.

@contenido.al.dia0 ¡Impactante y conmovedor! A los 89 años, el viejo rebelde lo dijo y cumplió #PepeMujica #MurióMujica #LeyendaUruguaya #PresidentePobre #MujicaEterno ♬ original sound – Contenido Al Dia

Escrito por Veronica Gómez

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