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“34 años del rapto de Jaycee Dugard: secuestrada a plena luz del día, abusada sexualmente y madre de dos hijos de su captor”

today12 de junio de 2025

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“34 años del rapto de Jaycee Dugard: secuestrada a plena luz del día, abusada sexualmente y madre de dos hijos de su captor”

Han pasado 34 años desde que Jaycee Dugard fue secuestrada en plena calle en California. Durante 18 años permaneció en cautiverio, fue víctima de repetidas agresiones sexuales y dio a luz a dos hijas fruto de los abusos de su secuestrador. Los responsables fueron finalmente condenados a cadena perpetua, y el Estado de California le otorgó una compensación de 20 millones de dólares por los daños sufridos y la negligencia institucional.

Jaycee dugard

“Mamá, soy yo, Jaycee”, fueron las palabras que escuchó Terry Probyn al otro lado del teléfono, sin saber que estaba a punto de reencontrarse con su hija desaparecida.

“No me hagas esto. No tiene gracia”, respondió Terry Probyn, una madre que ya había sido víctima de múltiples llamadas similares.

“De verdad, mamá… soy yo, Jaycee”, insistió su hija al otro lado de la línea.

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Un secuestro a plena vista.

El lunes 10 de junio de 1991, Jaycee Dugard, de tan solo 11 años, vio por última vez a su familia. Fue raptada a plena luz del día mientras se dirigía caminando hacia la parada del autobús escolar. La búsqueda comenzó de inmediato, pero pese a contar con numerosos testigos, no surgieron pistas concretas que permitieran dar con su paradero.

Esa mañana parecía comenzar como cualquier otro lunes. Su padrastro, Carl, preparó el desayuno para Jaycee y su hermana menor, Shayna. Minutos antes de la llegada del autobús, la niña salió de su casa y caminó hasta la esquina donde debía esperarlo, sin imaginar que nunca llegaría a la escuela ese día.

Mientras tanto, Carl la observaba desde la ventana, como hacía cada mañana, asegurándose de que subiera al autobús junto a los demás niños del vecindario. Pero ese día fue diferente: tanto él como varios compañeros de Jaycee presenciaron el secuestro.

Jaycee caminaba por la acera cuando se detuvo frente a un automóvil gris. En ese momento, una mujer bajó la ventanilla y le disparó con una pistola eléctrica. Acto seguido, la mujer y un hombre bajaron del vehículo, la levantaron rápidamente y la arrojaron al asiento trasero.

El coche arrancó a toda velocidad, dio un giro brusco y se perdió en cuestión de segundos, sin que nadie pudiera intervenir. Carl, en un intento desesperado por alcanzarlos, tomó su bicicleta y trató de seguir al vehículo, pero solo logró ver cómo desaparecía en la distancia.

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El violador y su cómplice: una enfermera sin escrúpulos

A pesar de que se contaban con descripciones del vehículo y de la ropa que llevaba Jaycee el día de su desaparición, las autoridades no lograron identificar a los verdaderos responsables hasta casi dos décadas después.

Phillip Garrido y Nancy Bocanegra, un matrimonio aparentemente común, residían en la casa de la madre de Garrido, una anciana que padecía demencia senil. Esta condición les permitió actuar con total libertad y ocultar el secuestro durante años sin levantar sospechas.

Garrido había llevado una vida normal durante su niñez, pero todo cambió tras sufrir un accidente de motocicleta en su adolescencia. A raíz de ello, desarrolló una fuerte dependencia a los analgésicos, que más tarde derivó en el consumo habitual de LSD.

A los 21 años fue acusado de violar a una adolescente de 14 años. Sin embargo, el caso no avanzó judicialmente, ya que la familia de la víctima decidió retirar los cargos para evitar que la menor tuviera que declarar en juicio.

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El inicio del infierno: la llegada a la casa.

Jaycee no estaba inconsciente tras el disparo de la pistola eléctrica, pero el terror la invadía por completo. Al llegar el mediodía, comprendió con horror que no se encontraba en su escuela, sino en un lugar completamente desconocido. Tenía la cabeza cubierta con un trapo que le impedía ver, y el miedo era tal que se había orinado encima.

Una vez en la vivienda, Phillip Garrido la obligó a desnudarse y a bañarse junto a él. Luego la dejó encerrada durante cinco días, esposada a una cama. Durante ese tiempo, Nancy Bocanegra solo le soltaba las manos momentáneamente para permitirle comer.

Al quinto día de cautiverio, Garrido abusó sexualmente de Jaycee por primera vez, marcando el inicio de una rutina de violaciones que se repetiría durante años. Nancy, por su parte, se encargaba de alimentarla, alternando conductas aparentemente amables con actos de maltrato psicológico y físico.

¿Síndrome de Estocolmo? La transformación de Jaycee Dugard durante el cautiverio

Con el paso de los años, Jaycee seguía atrapada bajo el control de sus secuestradores. A medida que las condiciones cambiaban, su dependencia emocional y psicológica hacia Phillip Garrido y Nancy Bocanegra se intensificaba, al punto de comportarse como si fuera parte de ese mundo distorsionado que ellos habían creado.

Primero obtuvo cierto grado de libertad dentro de la casa. Más adelante, incluso se le permitió salir al exterior. Sin embargo, nunca intentó huir. Cuando agentes de policía visitaban la vivienda para entrevistar a Garrido, él la presentaba como la hija de su sobrina, y Jaycee validaba esa historia sin dudar.

En el vecindario, los rumores sobre aquella familia peculiar no dejaban de circular. Nadie había visto embarazada a Nancy, pero el matrimonio ya tenía dos niñas pequeñas, que curiosamente se parecían más a la supuesta sobrina que a la madre. A pesar de las sospechas, nada llamó la atención de las autoridades.

Con el tiempo, Jaycee empezó a trabajar en el pequeño negocio de imprenta que Garrido montó. Diseñaba tarjetas de presentación, invitaciones para bodas y celebraciones. Atendía al público, tenía acceso a un teléfono e incluso usaba una computadora con conexión a Internet. No obstante, jamás denunció su situación ni intentó contactar a su familia.

Además, colaboraba con Garrido en lo que él consideraba su “misión divina”: creía que había recibido un mensaje de Dios que debía compartir con el mundo. Jaycee diseñaba folletos religiosos en la imprenta y lo acompañaba mientras los repartía.

Delirios y el llamado “deseo de Dios”: el error que lo cambió todo

El miércoles 26 de agosto de 2009, tras 18 años de cautiverio, Jaycee Dugard y sus dos hijas —de 11 y 15 años— recuperaron la libertad gracias, irónicamente, a los delirios religiosos de su captor, Phillip Garrido.

Todo comenzó dos días antes, el lunes 24 de agosto, cuando Garrido visitó la Universidad de California en Berkeley con el objetivo de promover su supuesto “mensaje divino”. Solicitó el uso del campus para llevar a cabo una actividad que él llamó “El deseo de Dios”, convencido de que tenía una misión espiritual que debía compartir con el mundo.

Durante la reunión, Lisa Campbell, la trabajadora social encargada de coordinar los eventos especiales de la universidad, notó varios aspectos preocupantes: el discurso incoherente de Garrido, la actitud retraída y confusa de las dos adolescentes que lo acompañaban, y, especialmente, un hematoma visible en el rostro de la mayor.

El momento del despertar: el error que lo arruinó todo

La trabajadora social Lisa Campbell, alertada por el comportamiento extraño de las niñas y la actitud errática de Phillip Garrido, sospechó que detrás de esa historia había al menos un caso de abuso. Lo citó nuevamente para dos días después y, sin perder tiempo, se comunicó con la policía.

Tras investigar, los agentes descubrieron algo alarmante: Garrido tenía antecedentes por agresión sexual y estaba en libertad condicional cumpliendo una condena previa por violación.

Dos días más tarde, cuando Jaycee se encontró frente a los policías, algo cambió dentro de ella. Al ver que sus hijas estarían a salvo, experimentó un “clic” interior que le permitió romper, por fin, el lazo de sumisión que la mantenía atada a sus captores.

Phillip Garrido fue arrestado de inmediato. Poco después, Nancy Bocanegra también fue detenida, saliendo esposada de la casa ubicada en Antioch, California. Tras 18 años de encierro y abusos, Jaycee Dugard recuperó su libertad con solo pronunciar su nombre. Fue entonces cuando pidió lo que llevaba casi dos décadas soñando: llamar a su madre.

@ai_prendiendo 🔗 Mi nombre es Jaycee Lee Dugard y quiero compartir una historia de supervivencia y esperanza 🌟. Secuestrada a los 11 años, viví 18 años en cautiverio. Hoy, soy un símbolo de resiliencia y fuerza 🌱. Tu voz cuenta. Hablemos sobre la prevención del abuso y la importancia del apoyo. 💪 #Superviviente #Esperanza #PrevenciónDeAbuso #Resiliencia #fuerzadeespíritu ♬ Very Sad – Enchan

Escrito por Veronica Gómez

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