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Estados Unidos se ha involucrado en la guerra iniciada el pasado 13 de junio entre Israel e Irán mediante un contundente bombardeo contra tres de los principales centros nucleares iraníes: Fordow, Natanz e Isfahan. Esta ofensiva representa el primer ataque aéreo directo de Washington sobre territorio iraní desde la revolución islámica liderada por el ayatolá Jomeini, y supone un giro trascendental en la política exterior de Donald Trump, quien había reiterado su rechazo a iniciar conflictos militares en el extranjero como uno de sus principales pilares discursivos.
El mandatario estadounidense, que tomó esta decisión sin consultar al Congreso —aunque no estaba legalmente obligado a hacerlo—, calificó la operación como un “éxito militar espectacular” y advirtió que, si Irán no renuncia a su programa nuclear, habrá “futuros ataques de mayor envergadura”. En esta ofensiva se emplearon algunos de los sistemas bélicos más sofisticados del ejército estadounidense: los bombarderos furtivos B-2 Spirit y las potentes bombas antibúnker GBU-57, de casi 14 toneladas. Este tipo de armamento, exclusivo de Estados Unidos y nunca antes utilizado en combate real, es capaz de destruir infraestructuras subterráneas a gran profundidad.
Trump ya disponía desde hacía días de los planes estratégicos para ejecutar esta acción, pero el jueves la Casa Blanca informó de que el presidente se concedía un margen de dos semanas antes de decidir. Sin embargo, apenas 48 horas después, autorizó el ataque, conocido como Operación Martillo de Medianoche.
Diversos bombarderos B-2 de la Fuerza Aérea estadounidense despegaron el sábado desde la base aérea de Whiteman, en Misuri, mientras el presidente Trump aparentaba continuar valorando la posibilidad de una intervención contra Irán.
Algunos de estos aviones, dotados para transportar municiones de alta capacidad destructiva, atravesaron el océano Pacífico rumbo a Guam, un territorio estadounidense en Micronesia con bases militares, para funcionar como señuelo. El resto de las aeronaves se dirigió discretamente hacia el este en un trayecto de unas 18 horas, con apoyo de aviones cisterna que permitieron su reabastecimiento aéreo. Gracias a esta capacidad de recarga en vuelo, el alcance operativo de estos bombarderos puede superar los 17.500 kilómetros.
Así se ejecutó el ataque a las instalaciones nucleares de Irán: precisión milimétrica y armamento de última generación
De este modo, las aeronaves estadounidenses lograron alcanzar su objetivo: la planta nuclear de Fordow, considerada la más avanzada en capacidad de enriquecimiento de uranio apto para armamento. Sus principales estructuras se encuentran ocultas en el interior de una montaña, precisamente para dificultar su destrucción mediante ataques aéreos.
A las 23:00 horas (hora peninsular española; 00:30 en Irán), un submarino de la Armada de EE.UU. lanzó más de una veintena de misiles de crucero contra el complejo nuclear de Isfahan, mientras los bombarderos B-2 se aproximaban silenciosamente al espacio aéreo iraní.
A las 00:10 horas del domingo (hora española; 01:40 en Irán), los B-2 liberaron las dos primeras bombas antibúnker GBU-57 sobre el complejo de Fordow. A continuación, se sucedieron el resto de los ataques, y los últimos blancos fueron alcanzados aproximadamente una hora más tarde.
Fordow, Natanz e Isfahan: así fue el despliegue militar de EE.UU. en los principales centros nucleares de Irán
Los bombardeos estadounidenses sobre las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahan —los tres principales complejos de enriquecimiento de uranio en Irán— incluyeron el lanzamiento de 14 bombas antibúnker, más de veinte misiles de crucero Tomahawk y la participación de más de 125 aeronaves militares. Entre ellas, destacaron siete bombarderos furtivos B-2. La operación fue coordinada por el general Dan Caine, el oficial de mayor rango de las fuerzas armadas estadounidenses.
Según las primeras estimaciones de daños, Caine declaró que los tres objetivos sufrieron una destrucción severa y daños significativos. Sin embargo, evitó pronunciarse sobre si las capacidades nucleares iraníes habían quedado completamente inutilizadas tras el ataque.
La planta de Fordow está situada a unos 100 kilómetros al sur de Teherán, la capital iraní. Por su parte, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) indicó que, hasta el momento, no se ha detectado ningún incremento en los niveles de radiación en los alrededores de las instalaciones afectadas por la ofensiva estadounidense.
El B-2 Spirit: el “bombardero invisible” más avanzado del mundo
El Northrop Grumman B-2 Spirit, apodado como el “bombardero invisible”, es uno de los aviones militares más avanzados y sofisticados del planeta. Su diseño aerodinámico, en forma de ala o similar a un murciélago, y su pintura especial que refuerza su capacidad de camuflaje, lo convierten en una de las joyas tecnológicas del arsenal estadounidense. Su principal fortaleza reside en su tecnología stealth o de sigilo, que le permite evadir los sistemas de detección más modernos del enemigo, pese a sus imponentes dimensiones: 52 metros de envergadura, 21 metros de largo y 5 metros de alto.
El rastro que deja el B-2 en los radares es sorprendentemente mínimo: tan solo 0,1 m², equivalente al reflejo de un frisbee, en contraste con el B-52, cuya firma es comparable a la de un Boeing 747. Esto lo convierte en un aparato prácticamente indetectable durante operaciones de alto riesgo.
Cada unidad del B-2 tiene un coste superior a los 1.100 millones de dólares. Actualmente, la Fuerza Aérea de Estados Unidos dispone de solo 20 ejemplares, por lo que su utilización se reserva para misiones críticas, según informa Reuters. A pesar de ello, su capacidad ofensiva es enorme: puede volar a una altitud de hasta 15.200 metros, alcanzar una velocidad de 972 km/h y transportar una carga de cerca de 20 toneladas, incluyendo armamento convencional y ojivas nucleares.
B-2 Spirit: el “bombardero invisible” más temido del mundo
El Northrop Grumman B-2 Spirit, apodado como el “bombardero furtivo”, es uno de los aviones militares más avanzados tecnológicamente. Su diseño aerodinámico, con forma de ala volante que recuerda a un murciélago, y su pintura especial que refuerza su capacidad de ocultamiento, hacen de este aparato una pieza clave en la aviación de combate. Su mayor fortaleza reside en su tecnología de sigilo (stealth), que le permite atravesar defensas aéreas altamente sofisticadas sin ser detectado, a pesar de sus grandes dimensiones: 52 metros de envergadura, 21 metros de largo y 5 metros de alto.
La firma radar del B-2 es sorprendentemente reducida: apenas 0,1 metros cuadrados, lo que equivale al reflejo de un frisbee. En comparación, un B-52 presenta una huella similar a la de un avión comercial Boeing 747. Gracias a esta característica, el B-2 puede llevar a cabo misiones encubiertas a alta velocidad, alcanzando los 972 km/h sin ser identificado por radares convencionales.
Cada unidad del B-2 Spirit tiene un coste estimado superior a los 1.100 millones de dólares, lo que lo convierte en uno de los aviones más caros del mundo. Actualmente, la Fuerza Aérea de Estados Unidos dispone de solo 20 ejemplares operativos, por lo que su despliegue es reservado para operaciones de máxima prioridad, según señala Reuters.
A pesar de su uso limitado, el B-2 posee una enorme capacidad ofensiva: puede operar a una altitud de hasta 15.200 metros y transportar cerca de 20 toneladas de armamento, tanto convencional como nuclear.
GBU-57/B: la bomba antibúnker más poderosa del arsenal estadounidense
La GBU-57/B está equipada con un avanzado sistema de navegación que le permite alcanzar sus objetivos con una precisión de apenas unos pocos metros. Su capacidad de penetración subterránea se debe tanto a la velocidad que adquiere durante su caída desde altitudes elevadas —superando la velocidad del sonido hasta alcanzar Mach 1.29— como a la robustez de su estructura, que se mantiene intacta hasta el momento del impacto.
Este proyectil ha sido diseñado específicamente para atravesar capas de tierra y concreto. Cuenta con un mecanismo de detonación inteligente que detecta cuándo ha alcanzado una cavidad subterránea antes de activar la explosión, maximizando así el daño en estructuras protegidas bajo tierra.
La GBU-57/B puede transportar alrededor de 5.300 libras (unos 2.400 kilogramos) de material explosivo. Según estimaciones recientes, el coste por unidad de esta bomba ronda los 20 millones de dólares, lo que refleja su complejidad y poder destructivo.
El origen y los límites de la GBU-57/B: una bomba diseñada para romper fortificaciones bajo tierra
Aunque los primeros conceptos de la GBU-57/B datan del año 2002, su desarrollo intensivo comenzó en 2004, en pleno conflicto en Irak. Su objetivo inicial era neutralizar instalaciones militares construidas estratégicamente dentro de formaciones montañosas. En un principio, esta capacidad se pensaba aplicar contra Corea del Norte, pero con el tiempo se amplió su finalidad para incluir blancos situados en Irán.
No obstante, su efectividad no está garantizada en todos los casos. No se puede asegurar que una o incluso dos de estas bombas sean capaces de inutilizar completamente la planta subterránea de Fordow, y mucho menos de destruirla por completo, dado que se desconoce con precisión la profundidad a la que se encuentran sus infraestructuras.
@elmundo.es Así ha sido el ataque de Trump a tres instalaciones nucleares en Irán: hasta seis bombas antibúnker y 30 misiles lanzados desde barcos y submarinos Donald Trump, ha atacado tres instalaciones nucelares de Fordow, Natanz e Isfahán en un ataque que ha calificado como un éxito. Para ello, EEUU ha empleado «entre cinco y seis bombas antibúnker» lanzadas desde bombarderos B-2, además de 30 misiles Tomahawk lanzados desde submarinos y destructores. #eeuu #iran #guerra ♬ Epic War – SoundForYou
Escrito por Veronica Gómez
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