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Marisa Paredes ha dejado un legado con más de 100 proyectos a lo largo de su carrera. A lo largo de su trayectoria, ha trabajado en numerosas ocasiones junto a Pedro Almodóvar. Chema Prado, su gran amor, y su hija, María Isasi, han sido algunos de los pilares fundamentales de su vida.
Inició su carrera frente a las cámaras a los 14 años y, desde entonces, ha acumulado numerosos reconocimientos, como el Premio Nacional de Cinematografía en 1996 y el Goya de Honor en 2018, consolidándose como una figura imprescindible en el cine. Marisa Paredes ha fallecido a los 78 años. Según informó la Academia de Cine a EFE, su muerte ha sido repentina, ya que el pasado domingo, en perfecto estado de salud, asistió a la representación de Luces de Bohemia, en la que participaba su hija, María Isasi.
Con más de 100 trabajos en su trayectoria, la actriz madrileña deja un legado que perdurará en la memoria de muchos.
Además de su exitosa carrera como actriz, Marisa Paredes también encontró la felicidad en su vida personal. Uno de los grandes amores de su vida fue el director Antonio Isasi-Isasmendi. “Cuando lo miro, me aparece la imagen de un hombre maduro, sólido. Decido detenerme, y juntos pensamos en tener un hijo”, confesó la actriz en una entrevista para LOC. Sin embargo, la relación no se extendió más allá de siete años.
De esa unión nació María Isasi, un acontecimiento que coincidió con un momento crucial en la historia de España: “María vino al mundo el mismo año en que murió Franco; desde la ventana escuchaba los gritos de los ultras”, reveló Marisa Paredes en una conversación con Juan Cruz, según recoge el medio mencionado.
Siguiendo el ejemplo de su madre, María Isasi también se ha adentrado en el mundo de la actuación. Aunque primero se licenció en Bellas Artes, finalmente se formó como actriz en la Academia de Juan Carlos Corazza. Su trayectoria incluye destacadas participaciones en producciones como 30 monedas, Las cartas perdidas, Érase una vez Euskadi y El club del paro, entre sus trabajos más recientes.
Es evidente que Marisa Paredes ha sido una fuente de inspiración para su hija. “Me ha enseñado a caminar por los escenarios y, lo más importante, por la vida”, expresó María cuando su madre recibió el Goya de Honor por su destacada carrera.
Durante la alfombra roja de los Premios Goya de 2021, Marisa no ocultó su orgullo y alegría por su hija, quien más tarde le regaló el título de abuela. “Voy a ser abuela, estoy viva y renaciendo cada día”, compartió emocionada la actriz de La flor de mi secreto.
Tras finalizar su relación de seis años con Antonio Isasi-Isasmendi, Marisa Paredes encontró nuevamente el amor en Chema Prado, gallego y reconocido director de la Filmoteca Española. Fue gracias a Pedro Almodóvar que ambos se conocieron: “Acababa de rodar Entre tinieblas y le pedí a Pedro que me lo presentara. Fue en Venecia”, relató la actriz a La Voz de Galicia.
Prado, una figura de gran prestigio en el ámbito de los archivos cinematográficos, y Marisa compartieron su vida en las icónicas Torres Blancas de Madrid, consolidando un romance que dejó huella en la vida de ambos.
A lo largo de su carrera, Marisa Paredes se convirtió en una de las actrices más emblemáticas del universo cinematográfico de Pedro Almodóvar. Sin embargo, mucho antes de alcanzar ese reconocimiento, la actriz madrileña comenzó su andadura en el cine a los 14 años, debutando en títulos como Esta noche tampoco de José Osuina y 091 Policía al habla de José María Forqué. Su proyección como intérprete dio un salto significativo con Ópera prima, de Fernando Trueba, donde consolidó su prestigio como actriz.
El año 1983 marcó un antes y un después en su carrera con Entre tinieblas, su primera colaboración con Almodóvar. Este trabajo fue el inicio de una fructífera relación artística que incluiría títulos memorables como Tacones lejanos, La flor de mi secreto—papel que le valió una nominación al Goya—, Todo sobre mi madre, Hable con ella y La piel que habito.
El talento y la conexión entre Marisa Paredes y Almodóvar han dejado una huella imborrable en el cine español, convirtiendo su colaboración en un ejemplo del poder transformador de la interpretación.
En 1997, Marisa Paredes alcanzó proyección internacional al participar en la aclamada película La vida es bella, dirigida y protagonizada por Roberto Benigni. Este filme, que logró llevarse tres premios Óscar, se sitúa en un pequeño pueblo italiano en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. La historia sigue a Guido, un hombre judío que conquista el corazón de Dora, una profesora con quien forma una familia y tiene un hijo. Sin embargo, su idílico amor se ve truncado cuando los tres son deportados a un campo de concentración tras el estallido de la guerra.
Marisa Paredes interpretó a la madre de Dora, un papel que, aunque secundario, fue fundamental en la narrativa del filme. Su actuación fue reconocida con una nominación en los Premios del Sindicato de Actores, destacando una vez más su versatilidad y talento como actriz.
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Una publicación compartida por Elena S. Sánchez 🎬🎬🎬🎬 (@elenassanchez_)
Escrito por Veronica Gómez
Almodóvar colaboraciones Marisa Paredes
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